Esteban Giampieri nos visitó recientemente y dice que a Piquillín «lo vio lindo y mucho más grande», y prometió volver pronto.
Esteban Giampieri vive en Madrid hace dos décadas, pero cuando puede se cruza el «gran charco» para visitar a sus familiares y amigos.
La pandemia había postergado sus visitas y la última vez que estuvo en Piquillín, fue en un momento doloroso para su familia: «Hice un viaje fugaz para despedirlo al Pepe – su padre- y desde aquella vez, quería volver a pasar algunas semanas con mi madre».
El contador devenido en empresario gastronómico – es propietario de un bar en España- estuvo unas semanas en Piquillín (desde fines de marzo), después de cuatro años.
–Contanos Esteban un poquito de lo que fue tu estadía en Piquillin…
Estuve mucho tiempo en casa con mamá, pero me hice el tiempo para visitar amigos de acá y de Córdoba. También para recorrer el pueblo.
–¿Como fue pasear por el pueblo después de tanto tiempo?
Fue lindo. Salí a recorrer en el auto e hice alguna caminata breve. Yo nací y crecí acá, pero para muchos ya pasé a ser un desconocido. Hay mucha gente joven que no me registra (risas). Y está la gente más grande, que cuando me encontraba por la calle me saludaba y me preguntaba como estaba, con ellos era como si nunca me hubiera ido.
-¿Como lo viste a Piquillín?
A Piquillín lo veo lindo, ha crecido. Está bastante más grande que la última vez que vine. Hay barrios que no estaban, ni el puente, ni la nueva estación de servicio.
La charla fluye, y algunos recientes episodios le preocupan al piquillense de nacimiento y madrileño por adopción: «Me preocupan un poco algunos temas de inseguridad que han sucedido justo en estos días que estuve, por eso le pido a Olga que cierre todo con llave», comenta.
«Siempre Piquillín se ha destacado por su tranquilidad y quisiera que eso se mantenga. Por el bien de todos los vecinos», reflexiona.
La visita de El Piquillense, es justo el día antes de su vuelta a España. La reciente entrevista que este medio le realizó le gustó y también a su familia, y a su mamá en especial: «No podía irme sin agradecer personalmente que se hayan tomado un tiempo para contar mi historia», comenta, café de por medio.
-Mañana viajas a España, ¿que sentimientos te recorren saber que ya te vas?
Esta vez estoy tranquilo. Ver que mi mamá está tan bien, y con buena compañía, me hace irme feliz a España. Antes de venir pensaba mucho en como la iba a encontrar, y por suerte la vi plena. En estos días nos acompañamos, nos disfrutamos y espero poder llevarla en unos meses a que me visite en Madrid.
-¿Te quedó algo pendiente de hacer en este viaje?
Si. Me van a quedar pendientes algunas visitas que hubiese querido hacer, pero aún así estoy conforme con como se desarrolló este viaje. Lo disfruté realmente.
-¿Pensás volver pronto al pueblo?
No me he ido y ya estoy pensando en el regreso. Quizás el año que viene vuelva a Piquillín. La paz que me da el pueblo se extraña. Y la felicidad de ver a los míos no se compara.
Un último sorbo de café marca el final de la entrevista. Esteban agradece -otra vez- y se despide afectuosamente.
-¿Puedo ser una última pregunta?
¡Sí, decime!
-¿Mas allá de tus afectos, que es lo que extrañás de Piquillín a la distancia?
El olor a tierra mojada cuando pasa el regador (sonríe). Es algo que siempre tengo presente y disfruto cuando estoy en el pueblo. Como un chico, estos días miré el camión pasar cada vez que pude. Verlo pasar frente a casa me remontó a mi infancia.