«A nosotros nos mentían de que estábamos ganando la guerra y de un día para el otro, nos rendimos»
Luis Lucero , héroe piquillense que estuvo en la guerra de Malvinas, nos concedió esta nota en 2012, que hoy replicamos a modo de homenaje.
A la mayoría de las personas les gusta ser reconocido. Unos eligen el camino del deporte para lograrlo, otros optan por el arte, otros la ciencia, algunos teniendo participación activa en las instituciones públicas, y algunos pocos dedicándose a la política.
A Luis Lucero el reconocimiento le llegó -algo tarde, pero al fín-, por haber vivido una situación que muy pocas personas pueden experimentar: estar en el campo de batalla de una guerra.
Y así, sin buscarlo ni soñarlo, se ganó el reconocimiento. Hace ya 30 años (NdR: hoy 37 años) el destino lo colocó en una lejana isla, al sur del Mar Argentino. De repente estaba en Malvinas, siendo un soldado argentino reclamando la soberanía de las islas a los ingleses.
-Luis, ¿cuando te presentaste en el Ejército, imaginabas la posibilidad de estar en una guerra?
No, en absoluto. A mi me destinaron a ir a Comodoro Rivadavia y a principios de Marzo de 1982 nos empezaron a dar la instrucción en el campo, como a cualquier conscripto nuevo. A fin de mes volvimos a Comodoro y todavía no sabíamos nada de una posible guerra. El 2 de Abril supimos la noticia de que habíamos recuperado las Islas Malvinas, y nos dijeron que nuestro regimiento había salido sorteado, entre otros, para ir a las islas.
-¿Qué sentiste al recibir esa noticia?
Aunque no creas, estábamos contentos. Pasó que éramos tan inocentes y nos mintieron. Nos dijeron que íbamos a hacer una guardia de 15 días y volvíamos, que todo estaba bajo control. Los soldados estábamos felices, íbamos a conocer Malvinas, algo que muy pocos podían hacer.
-¿Cómo fue llegar a Malvinas?
Nosotros llegamos el 8 de Abril. Nos mojamos y pasamos bastante frío. Allá si no llueve, nieva, y hay viento todo el tiempo. Con respecto a lo demás, todo estaba tranquilo, porque los ingleses no habían llegado todavía.
-¿Cuáles fueron las primeras actividades que hicieron allá?
Nos mandaron a hacer los pozos (posiciones), que se usan en caso de combate. Ahí empezábamos a caer que estábamos en guerra.
-¿No les habían informado antes sobre el posible conflicto?
No directamente, pero cavar esos pozos era como una confirmación de que sucedería.
-¿Sentiste miedo al saber que los ingleses vendrían a atacarlos?
Yo creo que más miedo sentían nuestros superiores inmediatos, porque ellos tenían acceso a más información que nosotros. Los soldados no terminábamos de entender la situación.
-¿Cómo fueron esos primeros días allá?
Allá no se podía hacer mucho…todos los días íbamos a cazar ovejas. Se las robábamos a los kelpers en realidad. No teníamos nada para comer y necesitábamos subsistir.
–¿El Ejército no les proveía alimentos?
Cuando partimos del continente nos dieron unas latas de conserva que eran horribles. Nos dieron 4 o 5 a cada uno cuando embarcamos, y eso fue todo.
-¿Cuándo comenzaron los ataques ingleses?
Fueron a la semana después de que llegamos. En principio vivíamos en unos galpones, pero cuando empezaron a tirotearnos, tuvimos que ir a las trincheras. De día nos atacaban con aviones y de noche con los barcos, no paraban nunca.
-¿Tu regimiento tuvo muchas bajas?
En el grupo que estuvo conmigo tuvimos pocos heridos, por suerte, no como en otros regimientos en donde fueron masacrados.
-¿Cuál fue el peor ataque que recibieron?
La noche que borraron Puerto Darwin..nos cañonearon más que nunca. Nosotros estábamos en Bahía Fox y las bombas nos empezaron a caer muy cerca. De tanto abrir fuego, la noche parecía día. Recuerdo que aquella fue la primera vez que sentí miedo. Pensé que era el final.
-¿En que estado estaban las armas de los soldados argentinos?
Los fusiles eran muy viejos, algunos soldados los usaban a repetición y se les trababa, se les doblaban los caños…
–¿El trato de sus superiores fue tan hostil como muestras muchos informes?
Sí, totalmente. Vi estaquear compañeros sin ropa, con el clima tan crudo que hay allá. A mí, por ejemplo, me sacaron la ropa de arriba, y en camiseta me pusieron bajo la bandera para que la mirara. Si se daban cuenta que me había movido, me golpeaban y me ponían de nuevo en la misma posición. Todo un día estuve así.
-¿Cómo fue caer prisionero?¿Cómo los trataron los ingleses?
Un jefe vino y nos avisó que nos habíamos rendido. Tuvimos que entregar las armas. Nos metieron primero en un corral, y después en unos galpones. No nos trataron con cariño, pero tampoco mal. Luego nos cargaron a un barco, nos dieron de comer y nos encerraron en los camarotes, hasta que nos bajaron en Puerto Madryn.
-¿Qué sentiste al saber de la rendición argentina?
Fue una sensación contradictoria. Por un lado estábamos contentos de estar vivos y por el otro, decepcionados por ser vencidos por el enemigo. A nosotros nos mentían de que estábamos ganando la guerra y de un día para el otro, nos rendimos. Fue una gran desilusión…
-¿El mes que tuvieron de instrucción, era suficiente preparación para una guerra?
Estábamos muy mal preparados. Para una guerra se necesita mucho más instrucción, y más por el lugar en el que nosotros estuvimos, y contra las fuerzas que tuvimos que enfrentar.
-¿Los soldados ingleses estaban mejor preparados?
Por supuesto, ellos eran profesionales. Cuando caímos prisioneros los vimos, y ellos , unos gringos grandotes y de físico imponente, estaban con sus trajes impecables, y nosotros no éramos más que unos negritos sucios y mal alimentados, que tuvimos la misma ropa los 72 días que estuvimos allá.
-¿Cómo fue volver al continente?
Queriéndonos homenajear nos empacharon con comida. después de tanto tiempo de comer muy poco, el estómago no soportaba esas cantidades de alimento y nos descompusimos todos. Luego nos metieron en piletas calefaccionadas para bañarnos, eso fue como volver a la vida.
-¿Desde ahí te enviaron a Córdoba?
No, antes volvimos a Comodoro Rivadavia, y ahí los civiles nos trataron muy mal. Decían que éramos basura, unos cobardes que habían perdido la guerra.
-¿Y tu vuelta a Piquillín como fue?¿Te estaban esperando?
Nadie sabía que yo llegaba, incluso había un rumor de que yo había muerto en la guerra. Yo llegué y me fui caminando al campo donde vivían mis viejos, y la gente que me cruzaba estaba como si nada, como si volviera de un simple viaje.
-¿Nunca se te reconoció en el pueblo?
Hasta hace 5 años atrás, no. En 2007 la Municipalidad me entregó un presente, y este año (en 2012), en el trigésimo aniversario de la guerra, me dieron una plaqueta y la escuela primaria me rindió un pequeño, pero muy sentido homenaje. Les agradezco a esas dos instituciones. Antes de eso, nada. Incluso he discutido con gente que dice que yo no estuve en la guerra o que no merezco cobrar la pensión de Veterano de Malvinas. A ese dinero lo recibo porque así lo dice el Tratado de Ginebra, y no lo escribí yo.
-¿Que opinás sobre el reflote de la tensión por la soberanía de Malvinas?
Guerra sé que no va a haber, porque la Argentina no tiene con qué hacerle frente a los ingleses.
-¿Las Malvinas tienen que ser argentinas?
Por supuesto. ¿Cómo estos tipos que viven a más de 14 mil kilómetros pueden decir que son de ellos? ¡Las Malvinas son argentinas!. Lamentablemente perdimos la oportunidad de recuperarlas por creer que podíamos contra Inglaterra. Quizás si lo hubiéramos intentado a través del diálogo, hoy serían nuestras, sin haber derramado una sola gota de sangre.